Ponemos a la disposición de nuestros estudiantes,
profesores, seguidores y público interesado en general, la conferencia dictada
por el profesor Dr. Julio López Saco, coordinador de nuestro doctorado, en el encuentro: Cine e Historia. La mirada de la Historia sobre el cine: ficciones, realidades y personajes. realizado en el Postgrado de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV.
A continuación, adjuntamos el texto íntegro de su ponencia:
Encuentro
Cine e Historia. La mirada de la
Historia sobre el cine: ficciones, realidades y personajes
Salón de Usos Múltiples,
Postgrado-FHE
30 de mayo del 2014
El Péplum: entre una magna historia
y una épica deslumbrante
Julio
López Saco
Péplum,
una denominación francesa acuñada a principios de los años sesenta del pasado
siglo, es un término que designa el cine histórico clásico. Se centró en cierta
antigüedad, esencialmente romana, con preeminencia en ciertos períodos, como el
del segundo triunvirato o el de la dinastía Julio-Claudia, aunque también en la
antigüedad griega. Contó con una suerte de exitoso subgénero, el relacionado con el
cristianismo (en el que se integraría Ben-Hur, William Wyler, 1959). El interés
principal estribaba en contar historias aventureras, teñidas de
grandilocuencia, de verdadera épica. Se evidenciaba dramatismo (a través de juegos,
destrucciones, batallas, hazañas heroicas) y hasta melodrama (con pasiones
amorosas de por medio, como el caso Espartaco, Stanley Kubrick, 1960).
Se
trata, en consecuencia, de películas de acción, en las que los componentes
heroicos y las hazañas individuales se destacan sobremanera (la mencionada Espartaco,
Stanley Kubrick, 1960, o Cleopatra, J.L. Mankiewick, 1963, tratada
fundamentalmente en su imagen mítica). Los hechos históricos eran vistos, en
general, como un telón de fondo, en el que la verdadera historia (aquí en
minúsculas), la que interesaba, implicaba una aventura, o aventuras,
diversamente entrelazadas, de tipo religioso o socio-político, habitualmente
individuales.
Se
enarbolaban ciertos valores y comportamientos emanados de la antigüedad, que podrían
considerarse ejemplares (sobre todo aquellos de carácter moral) aunque muy
ideologizados. No obstante, lo primordial siempre fue la tendencia a la
excesiva escenificación, más o menos tópica, a una ambientación no siempre
rigurosa (pero siempre de gran espectacularidad) y a la muy pocas veces
estricta fidelidad a las realidades históricas. En tal sentido, se solían
mezclan episodios y personajes, a veces estereotipados, como astutos villanos o
héroes afamados, que no coincidían en el tiempo o en el espacio, o se inventaban
personajes históricamente inexistentes (como el ejemplo de la película italiana
Ursus, Carlo Campogalliani, 1961). Abundaban, entonces, los anacronismos en
tópicos como la vestimenta, los objetos de la cultura material, como las armas,
los adornos corporales, y hasta algunas arquitecturas, si bien hubo notables
excepciones (Julio César, Joseph L. Mankiewick, 1963).
Su
origen se remonta al cine silente, sobre todo en Italia, aunque su esplendor se
produjo en las décadas de los 50 y 60, tanto en Hollywood como en la propia
cinematografía italiana[1]. En época del cine mudo, el llamado “cine de romanos”,
sirvió como mecanismo de propaganda en el litigio que enfrentaba al papado con
la, por entonces, joven nación italiana que acababa de arrebatarle sus
posesiones. En ciertos filmes se defendía la posición de la Iglesia, y se
representaba a Roma como una civilización pagana y decadente (primeras
versiones de Quo Vadis, de 1913 y 1924).
Con
el fascismo italiano, las películas de romanos se usaron para exaltar el
nacionalismo y justificar el
colonialismo italiano (Escipión el Africano, Carmine Gallone, 1937, por ejemplo).
Las fuentes de este “cine de romanos” fueron, en su amplia mayoría,
adaptaciones literarias de novelas históricas (Los últimos días de Pompeya,
Mario Bonnard, 1959), y obras teatrales (Androcles y el León, Chester Erskine
1952, a partir de la obra de Bernard Shaw, o Golfus de Roma, Richard Lester, 1966,
de las comedias de Plauto).
Desde
una óptica temática, estas películas tratan épocas históricas diferentes y en
variado grado: desde las leyendas y mitos de fundación (La leyenda de Eneas, de
G. Rivalta, 1962 o Las Vírgenes de Roma, de Vittorio Cottafavi, 1960), o las
distintas etapas de la República (Cartago en llamas, Carmine Gallone, 1959, o
Aníbal, Bragaglia y Ulmer, 1959), hasta el fastuoso imperio, con sus intrigas (Calígula,
de Tinto Brass, 1979), las persecuciones a los cristianos (La túnica sagrada,
Henry Koster 1953; Demetrio y los gladiadores, 1954, Delmer Daves) o su
indetenible declive (La invasión de los bárbaros, Robert Siodmak, 1969).
El
péplum de temática griega mostró algunos ejemplos en los que el rigor histórico
y el apego a las fuentes fue más serio (como Ulises, Mario Camerini, 1954),
aunque sus personajes, muy heroizados, fueron, habitualmente, verdaderos estereotipos:
personajes crueles, héroes fabulosos o mujeres malvadas. La escasez de títulos,
en comparación con las películas de romanos, pudo haberse debido a que no se
definieron temas-espectáculo grandilocuentes y no existieron gran número de
novelas históricas sobre el mundo griego, o no se han adaptado, o, incluso, ha
habido algunas complicaciones para hacerlo. No obstante, no se pueden olvidar
algunos buenos ejemplos de adaptaciones de tragedias griegas, sobre todo de
Sófocles y Eurípides, como la recordada Edipo Rey, de P.P.Passolini, de 1965, y
Electra, de M. Cacoyannis, 1962, o biografías de notables personajes del
pensamiento heleno (Sócrates, R. Rossellini, 1970).
Las
películas de tema histórico se centraron en las Guerras Médicas, el período que
la historiografía denomina como helenismo, y en la conquista romana del espacio
cultural griego (La batalla de Maratón, Jacques Tourneur, 1959, La destrucción
de Corinto, Marco Costa, 1960). Uno de los subgéneros del tema griego de mayor
atractivo fue el centrado en los mitos griegos, en los que se destaca cierta
espectacularidad, la recreación de los efectos especiales (Jasón y los
Argonautas, Don Chaffey, 1963, con efectos artesanales magistralmente
elaborados por Ray Harrihausen o Furia de Titanes, Desmond Davis, 1981), así
como la plena aventura narrativa y visual, cargada de dificultades pero con un
final esperado (La Odisea, Andrei Konchalovski, 1997).
Bibliografía básica
DE ESPAÑA, R., El peplum. La antigüedad en el cine.
Editciones Glénat, 1998.
LILLO REDONET, F., El cine de romanos y su aplicación didáctica.
Ediciones clásicas, Madrid, 1994.
LILLO REDONET, F., El cine tema griego y su aplicación
didáctica. Ediciones clásicas, Madrid, 1997.
SOLOMON, J., El
mundo antiguo en el cine. Alianza
Editorial, Madrid, 2002.
2 de junio del 2014
[1] En los últimos años se ha
producido una cierta revitalización del género con películas como Gladiador
(Ridley Scott, 2000); Troya (Wolfgang Petersen, 2004); Alejandro Magno (Oliver
Stone, 2004); 300 (Zack Snyder, 2007); Ágora (Alejandro Amenábar, 2009); y la
muy reciente Noé (Darren Aronofsky 2014).
El Postgrado en Historia-UCV
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